En el tratado se pretendía, entre sus principios fundamentales, evitar que cualquiera de las misiones Apolo y futuras en el Sistema Solar pudieran poner en peligro a la Tierra por contaminación biológica si traíamos de vuelta microorganismos provenientes del espacio exterior.
Doce astronautas caminaron sobre la superficie de la Luna entre 1969 y 1972. Tras su vuelta, los del Apolo 11, 12 y 14 permanecieron en el laboratorio de recepción lunar de máxima seguridad construido en el Johnson Space Center en Houston para mantener a los astronautas y las muestras trasladadas al planeta en rigurosa cuarentena y aislamiento para que ningún patógeno pusiera en jaque a la Tierra. Con las misiones posteriores, ya sabiendo que la Luna era inerte, no se practicó el confinamiento.
Pero… ¿qué ocurrió en sentido contrario? ¿Fuimos igual de rigurosos al proteger el entorno que nos disponíamos a explorar?